El proyecto emplazado en las afueras de Puerto Ibáñez fue desarrollado a partir del encargo de crear una vivienda productiva que entregara solución al éxodo remoto, consecuencia de la pandemia del Covid-19. La construcción se lleva a cabo alejado del centro, donde posibilita la tranquilidad de desarrollar la producción de la acuicultura-piscicultura. El proyecto, al estar emplazado en el agua, logra mantener la esencia del hábitat natural de los peces.
La planta baja es zona productiva donde se encuentra el laboratorio, bodegas y espacios para la mantención de las mallas. La circulación en este espacio se configura mayoritariamente externa, para así siempre estar en contacto con los peces y el agua. Aun siendo zona productiva hay un espacio para el ocio y el descanso de los trabajadores, donde ellos se pueden reunir aun estando en compañía de los peces.
Existen cinco torres de circulación vertical que funcionan como conectores de las circulaciones de la planta baja (productiva) con la planta alta (vivienda). Las torres se conectan a distintas partes de la planta alta, donde la conexión entre ellas es limitada y el usuario está condicionado de transitar por la planta baja, y estar en contacto con los peces, para llegar a otros departamentos.
En la planta alta son residencias, de una o dos habitaciones, hay cuatro distintas tipologías que varían en su metraje. Todos los departamentos buscan la vista hacia el Lago General Carrera o hacia las piscinas, siempre en búsqueda de estar conectados con el agua. Mientras que el área, en orientación hacia la tierra, se conforma de una pasarela, esta construye la única instancia en que dos torres se conectan entre ellas para poder ser un espacio de ocio, pero que también funcione como un espacio de control sobre el laboratorio, al tener una vista cenital al recinto.
CNPP 2023 – Mención 3er año