El encargo era buscar un tema de arquitectura en la ciudad contemporánea, despidiéndonos por estudiar la inserción de programas dentro de programaS que no son compatibles entre sí, pero que comparten espacios y mobiliarios, mezclándose y transformándose en una unidad en espacios mínimos, como en el caso de estudio, una vivienda-restaurante chino, que compartía los espacios y mobiliarios familiar con los del restaurant.
Luego de generar un proyecto para poner a prueba el tema, al cual se le denominó “unidad social”, que tiene como base la vivienda, pero que al tener sus espacios descompuestos el resto de los programas se puede insertar en estos.
Se eligió el programa con el argumento de que en el día funcionen unos y en la noche otros en los mismos espacios. Las habitaciones que se arriendan en la noche, en el día son las salas de baile, de música y pintura; las sala de grabación en el subsuelo en el día, en la noche es el club nocturno. La cocina del restaurante con las de los residentes se mezclan visualmente, ya que las 2 están expuestas; los baños se usan tanto para los arrendatarios nocturnos, los talleres de día y para los usuarios permanentes. Los usuarios permanentes son los residentes con un perfil de lo que creímos que serían las nuevas ciudades: la persona que no necesita salir de un recinto para llevar su vida, donde esta unidad social tendría varios servicios para esto, apuntando al “living-work”.
La propuesta es un hall central contenedor de una escalera principal (en estos se relacionan los usuarios al ser los espacios de uso común y esparcimiento), que conforman un perímetro de programas a través de una sucesión de pórticos que actúan como un soporte modular, ocupando paneles móviles para la mutación de las configuraciones espaciales y su adaptabilidad.
CNPP 2018 – Distinción zona centro